Sin artimañas, se lanza a la maraña de redes este blog de lengua y literatura española... para poder refugiarnos, en tiempos de cólera, en un cuarto propio.

miércoles, 25 de noviembre de 2015

LITERATURA UNIVERSAL I: OVIDIO



Si me tienes por amigo, ahora que se me ha pasado el furor, carga mis manos de hierro, pues merecen las cadenas.
La cólera me incitó a levantar los temerarios brazos contra mi amada que lloraba sintiéndose herida por mi loca mano.
Tal estaba yo entonces, que la hubiese emprendido con mis caros padres, sin respetar mis golpes crueles a los santos dioses.
 Pues,  ¿Ayax armado de un escudo impenetrable no degolló los rebaños sorprendidos en medio del campo, y Orestes, el funesto vengador de su padre en la sangre materna, no se atrevió a lanzar sus dardos contra las furias del Averno?
 ¿Y no pude yo de igual modo ensañarme en sus peinados cabellos?; el desorden en que los puse no les robó ninguno de sus atractivos.
Aun así estaba tan hermosa como la hija de Esqueneo persiguiendo con el arco las fieras del monte Ménalo; como Ariadna cuando lamentaba que el rápido Noto se llevase los juramentos del pérfido Tesco, y como Casandra al caer desplomada en tu templo, ¡oh casta Minerva!, sin que las cintas sujetasen sus cabellos.
 ¿Quién no me hubiese llamado loco y tenido por un bárbaro?
Pues ella no me dijo palabra; su lengua enmudeció de espanto, mas su rostro silencioso fulminaba graves reproches, y me acusaban a la vez su boca muda y sus lágrimas.
Antes hubiera querido que se desprendiesen mis brazos de los hombros; podría vivir mejor sin una parte de mi cuerpo. Mi fuerza y mi delirio se revolvieron en contra mía y la propia violencia me impuso la condigna pena.
¿Qué necesidad tengo de vosotros, ministros de la sangre y el crimen? Manos sacrílegas, soportad el hierro que merecéis. Si golpeara al último de los plebeyos, sufriría el castigo; ¿y acaso tengo mejor derecho sobre mi amada?
Diomedes nos legó un monumento infame de maldad, siendo el primero que se atrevió a herir a una diosa, y yo el segundo; pero aquél resulta menos culpable; yo he maltratado a la que confesaba amar, ....
 ¿no era bastante amedrentar con mis gritos a una tímida joven, sin apostrofarla con amenazas harto crudas, o bien arrancarle con violencia la túnica hasta mitad de la cintura, y no pasar más adelante en el enojo? Mas no, llegué a mesarle el cabello de la frente, y clavé fiero las uñas en sus delicadas mejillas. Quedóse la infeliz atónita, pálida y sin gota de sangre en el rostro corno el mármol que se corta en las canteras de Paros. Yo vi sus facciones sin vida y sus miembros temblorosos, cual las ramas del árbol sacudidas por el viento, cual la verde caña que agita el Céfiro o la superficie de las
olas que riza el templado Noto. Las lágrimas suspendidas largo tiempo resbalaron por su faz, como el agua en que se convierte la nieve derretida. Entonces comencé a sentirme de veras culpable; el llanto que derramaba me parecía gotas de mi sangre. Suplicante quise arrojarme tres veces a sus pies, y otras tantas rechazó ella las manos que había aprendido a temer. La venganza aplacará tu dolor, no vaciles en lacerar con tus uñas mi rostro, no perdones mis ojos ni mis cabellos; la cólera dará bríos a tus débiles manos, y para borrar las vergonzosas huellas de mi arrebato, vuelve a arreglar tu descompuesta cabellera.


Elegía VII, Libro I. Amores, OVIDIO  

Enlaces de interés:
http://www.edu.mec.gub.uy/biblioteca_digital/libros/o/Ovidio%20-%20Los%20amores.pdf

http://literaturauniversaliesames.blogspot.com.es/

Las chicas de alambre:

http://gossipinsideyourcloset.blogspot.com.es/2013/11/la-belleza-puede-ser-la-gloria-o-la.html

No hay comentarios:

Publicar un comentario