Sin artimañas, se lanza a la maraña de redes este blog de lengua y literatura española... para poder refugiarnos, en tiempos de cólera, en un cuarto propio.

martes, 29 de abril de 2014

Pre-TEXTO LXXXX: I.- VALORES DEL SE EN COMO AGUA PARA CHOCOLATE Y REALISMO MÁGICO EN C.A.S. II.- ANALOGÍA ENTRE EL REALISMO MÁGICO DE CIEN AÑOS DE SOLEDAD Y DE CRÓNICA DE UNA MUERTE ANUNCIADA







 
Como agua para chocolate ( 1 cap y trailer)
 









La historia transcurre en Macondo, un pueblo creado e imaginado por Gabriel García Márquez. Es aquí donde suceden los hechos que si bien se apoyan en hechos reales se transforma en ideal por la fantasía del autor, donde todo es posible: seres más que centenarios, lluvias que duran más de cuatro años, apariciones y diálogos con muertos, alfombra que vuelan, etc.


En sus comienzos, Macondo, era un “mundo ideal”, un paraíso.


“Macondo era entonces una aldea de veinte casas de barro y caña brava construidas a la orilla de un río de aguas diáfanas que se precipitaban por un lecho de piedras pulidas, blancas y enormes como huevos prehistóricos”.


“En pocos años, Macondo fue la aldea más ordenada y laboriosa que cualquiera de las conocidas hasta entonces por sus 300 habitantes. Era de verdad una aldea feliz, donde nadie era mayor de treinta años y donde nadie había muerto”.


Pero en el transcurso de la historia este mundo de realidades mágicas se ve afectado cuando entra “el mal” en Macondo, las guerras civiles, la fiebre del banano, la llegada de gente de distintos lugares a raíz de la empresa bananera, el odio político, pobreza, las matanzas, las sequías, la llegada del ferrocarril, lo que solo trae desgracias y muertes. Así, lo imaginario y lo real se enlazan con la historia de Colombia y con los males que afecta a toda Latinoamérica. Para terminar con el exterminio total de la aldea Macondo.


“Macondo estaba en ruinas. En los pantanos de las calles quedaban muebles despedazados, esqueletos de animales cubiertos de lirios colorados, últimos recuerdos de las hordas de advenedizos que se fugaron de Macondo tan atolondradamente como habían llegado”.


“Macondo era ya un pavoroso remolino de polvo y escombros”.


En Macondo no se puede distinguir entre la realidad y la irrealidad, Macondo es un territorio mágico, donde cualquier cosa puede pasar por otra. Lo maravilloso convive con lo cotidiano y a través de un lenguaje evocador y preciso, es posible hacer vivir lo inverosímil. La construcción imaginaria tiene sus raíces profundas en la realidad americana.


Observa un ejemplo concreto de la fusión aparentemente normal del componente sobrenatural en la realidad cotidiana en un fragmento de Cien años de soledad. 

Observa, también, algunas hiperboles desmesuradas para caracterizar a la chica Remedios la bella en el mismo fragmento: 

"A pesar de que el coronel Aureliano Buendía seguía creyendo y repitiendo que Remedios, la bella, era en realidad el ser más lúcido que había conocido jamás, y que lo demostraba a cada momento con su asombrosa habilidad para burlarse de todos, la abandonaron a la buena de Dios. Remedios, la bella, se quedó vagando por el desierto de la soledad, sin cruces a cuestas, madurándose en sus sueños sin pesadillas, en sus baños interminables, en sus comidas sin horarios, en sus hondos y prolongados silencios sin recuerdos, hasta una tarde de marzo en que Fernanda quiso doblar en el jardín sus sábanas de bramante, y pidió ayuda a las mujeres de la casa. Apenas habían empezado, cuando Amaranta advirtió que Remedios, la bella, estaba transparentada por una palidez intensa.

-¿Te sientes mal? -le preguntó.

Remedios, la bella, que tenía agarrada la sábana por el otro extremo, hizo una sonrisa de lástima.

-Al contrario -dijo-, nunca me he sentido mejor.

Acabó de decirlo, cuando Fernanda sintió que un delicado viento de luz le arrancó las sábanas de las manos y las desplegó en toda su amplitud. Amaranta sintió un temblor misterioso en los encajes de sus pollerinas y trató de agarrarse de la sábana para no caer, en el instante en que Remedios, la bella, empezaba a elevarse. Úrsula, ya casi ciega, fue la única que tuvo serenidad para identificar la naturaleza de aquel viento irreparable, y dejó las sábanas a merced de la luz, viendo a Remedios, la bella, que le decía adiós con la mano, entre el deslumbrante aleteo de las sábanas que subían con ella, que abandonaban con ella el aire de los escarabajos y las dalias, y pasaban con ella a través del aire donde terminaban las cuatro de la tarde, y se perdieron con ella para siempre en los altos aires donde no podían alcanzarla ni los más altos pájaros de la memoria..."




Por último, verifica también otros ejemplos  de hipérboles o exageraciones propias de la técnica del Realismo mágico en Cien Años de Soledad en lo que refiere a la descripción de los personajes más relevantes que intervienen en la trama:
José Arcadio Buendía: "conservaba su fuerza descomunal, que le permitía derribar un caballo agarrándolo por las orejas", "no supo en qué momento se le subió a las manos la fuerza juvenil con que derribaba un caballo", "necesitaron diez hombres para tumbarlo, catorce para amarrarlo, veinte para arrastrarlo hasta el castaño del patio".
Respecto al Coronel Arcadio Buendía: "promovió treinta y dos guerras y las perdió todas. Tuvo diecisiete hijos varones de diecisietes mujeres distintas, que fueron exterminados en una sola noche. Escapó a catorce atentados, a setenta y tres emboscadas y a un pelotón de fusilamiento", "Se disparó un solo tiro de pistola en el pecho y el proyectil le salió por la espalda sin lastimar ningún centro vital".
Cuando José Arcadio Buendía manda a través de un mensajero su descubrimiento: "...al cuidado de un mensajero que atravesó la sierra, se extravió en pantanos desmesurados, remontó ríos tormentosos y estuvo a punto de perecer bajo el azote de las fieras, la desesperación y la peste, antes de conseguir una ruta de enlace con las mulas del correo".
En cuanto a Melquíades:
"Sobrevivió a la pelagra en Persia, al escorbuto en el archipiélago de Malasia, a la lepra en Alejandría, al beriberi en el Japón, a la peste bubónica en Madagascar, al terremoto de Sicilia y a un naufragio multitudinario en el estrecho de Magallanes"
Melquíades es uno de los gitanos que visita Macondo cada año en el mes de marzo, trayendo elementos de diversos lugares del mundo y vende a muchos nuevos inventos, incluyendo dos imanes (José Arcadio piensa hacerse millonario creyendo que atraerían el oro), una lupa gigantesca (José Arcadio Buendía piensa usarla como un arma de guerra iniciando así la era de las guerras solares) y un laboratorio de alquimia entablando una gran amistad con él. Más tarde, los gitanos reportan que Melquíades muere en Singapur tras una epidemia, pero repentinamente regresa a vivir con la familia Buendía (porque según él "no soportaba la soledad de la muerte"), esto lo llevaría a volver de la muerte. Escribe unos pergaminos en los que predice la historia de la familia Buendía, los cuales son traducidos por Aureliano Babilonia mucho tiempo después. También es quien rescata al pueblo de la enfermedad del insomnio con una especie de líquido, contagiada en Macondo por Rebeca. Este personaje está claramente inspirado en el personaje de Septimus Warren Smith de la novela de Virginia Woolf, Mrs. Dalloway.

¿Te atreves tú a encontrar ejemplos en Crónica? 
 
FUENTES DE CONSULTA: 
 
 https://es.wikipedia.org/wiki/Cien_a%C3%B1os_de_soledad
 
 
 
 
 
 https://elpezvolador.wordpress.com/2017/05/30/cien-anos-de-soledad-50o-aniversario/