Sin artimañas, se lanza a la maraña de redes este blog de lengua y literatura española... para poder refugiarnos, en tiempos de cólera, en un cuarto propio.

Educación y TIC

Consejos para destacar en la EBAU y otras rutinas para evitar los efectos negativos del estrés

Obtener unos buenos resultados académicos no depende solo de las estrategias de estudio; también influyen otros hábitos saludables como la meditación, el ejercicio, el descanso y la nutrición



Si se considera exclusivamente el porcentaje de alumnos de segundo de Bachillerato que cada año aprueban la EBAU (en 2021, un 93,9 % de los casi 240.000 presentados), resulta sencillo concluir que lo realmente difícil no es superar estos exámenes, sino conseguir la nota de corte exigida para acceder a los estudios universitarios deseados. El sistema de baremación de la calificación final (un 40 % para la nota de la EBAU y un 60 % para la del Bachillerato), en un contexto de flexibilización de los mecanismos de evaluación a causa de la pandemia, hace que sea precisamente este factor el que añada una considerable carga de presión ante la inminente llegada de estos exámenes, que se celebrarán en las distintas comunidades autónomas a partir de la semana que viene. Este curso se mantendrá el esquema del año pasado (cada examen tendrá un total de ocho preguntas y los estudiantes podrán optar por las cuatro que prefieran) y, si así lo decide el claustro de profesores de cada centro, podrán acudir a la EBAU con una asignatura suspensa.

En estas últimas semanas, mantener unas rutinas saludables y unas estrategias de estudio adecuadas jugará un papel especialmente relevante a la hora de maximizar el esfuerzo y obtener los resultados esperados, evitando además que la tensión de estos últimos días de estudio intensivo haga descarrilar el tren de tantas expectativas acumuladas. “La ansiedad ante los exámenes es uno de los motivos por los cuales los adolescentes precisan de un mayor soporte emocional, tanto por parte de la familia como del colegio”, explica Carol Coleman, directora de Soporte al Estudiante en The British School of Barcelona, para quien no siempre hay que entender el estrés como algo negativo: “El estrés puede proporcionar motivación y energía, y favorecer así el aprendizaje y el rendimiento. En la dosis correcta, puede mejorar la concentración, el enfoque y la adquisición de nuevas habilidades y conocimientos”.

No obstante, cuando se detectan signos como falta de concentración, irritabilidad o mal comportamiento, se considera que el estrés ha sobrepasado esos niveles óptimos. En ese momento es cuando entra en juego la resiliencia de cada alumno (es decir, el conjunto de habilidades que poseemos para adaptarnos a una situación adversa manteniendo una actitud positiva y de superación), una capacidad que conviene trabajar desde edades muy tempranas: “No se trata de una habilidad innata, sino que debe integrarse en el currículo de todas las etapas educativas. Como con cualquier otra estrategia de aprendizaje, la resiliencia debe trabajarse en el día a día”, añade Coleman. Pero la realidad, en cualquier caso, apunta a que el alumno acude a la EBAU mucho más preparado de lo que cree, ya que ha centrado gran parte del esfuerzo de estos dos últimos años en prepararse para esta prueba, que “no deja de ser una prueba más del conjunto de exámenes a los que se enfrenta a lo largo de su vida. La mayor presión del estudiante proviene de las dudas que surgen de su propio pensamiento: “¿Y si no lo consigo? ¿Y si no llego a la nota? ¿Y si no soy lo suficientemente bueno?”, añade Alejandra Fernández-Velilla, orientadora psicopedagógica de la Universidad CEU San Pablo.

Claves para gestionar el estrés en exámenes

Más allá de la propia EBAU, si hay algo que caracteriza a cualquier época de exámenes es la adopción de rutinas diarias de estudio intensivo. El problema surge cuando los estudiantes se centran tanto en los objetivos académicos que se olvidan de cuidar otros aspectos esenciales de su vida como son la alimentación, el descanso, el sueño, el deporte e incluso su vida social; aspectos de su faceta personal que conviene no descuidar para que las horas de estudio sean verdaderamente efectivas. Pero, para conseguir un rendimiento óptimo y mantener el estrés a raya, las estrategias de autocontrol emocional son igualmente importantes, y por eso desde The British School of Barcelona (BSB) proponen cinco claves fundamentales:

  1. . “Por ejemplo, realizando una meditación de escaneo corporal antes de entrar al examen, que implica prestar atención a las partes del cuerpo y las sensaciones corporales en una secuencia gradual desde los pies hasta la cabeza. Al escanearse mentalmente, los jóvenes llevan la conciencia a cada parte del cuerpo, notando cualquier tensión o malestar general y permitiendo relajar cada una de ellas, pudiendo sentirse más tranquilos y ver el examen como una experiencia menos amenazante”, señala Coleman. Otras prácticas como la respiración profunda o la regulación sensorial pueden ser también útiles, siempre y cuando se esté familiarizado con ellas.


  2. Estrategias de intervención para cuando nos vemos superados por una determinada situación, de manera que podamos recuperar la calma. Se trata, sin embargo, de prácticas que solo serán útiles si han sido interiorizadas previamente: “Decirle a un alumno que respire hondo cuando está estresado simplemente no funciona. Pero si está acostumbrado a usar la respiración para relajarse, podrá usar esta estrategia en cualquier momento antes o durante el examen”, apunta la experta de BSB. “Cuando sufrimos una situación de estrés, el sistema nervioso simpático se activa y envía picos de cortisol y adrenalina. Pero al respirar profundamente, se activa el sistema parasimpático y lo contrarresta.
  3. Ayudar a expresar las emociones ante una situación de presión, cuando el joven está dispuesto a hablar y sin forzar la conversación. “Asimismo, hay que evitar caer en la tentación de tranquilizar a los jóvenes y ofrecer soluciones para que se sientan mejor. Es preferible dedicar primero tiempo a escuchar al joven, hacerle preguntas e interesarse por ver las cosas desde su perspectiva”, esgrime Coleman.
  4. Enfatizar la confianza en la capacidad resiliente del joven, para que pueda poner las preocupaciones en perspectiva, piense en distintas estrategias para encarar la situación y mejore su capacidad de autoestima y resiliencia.
  5. Modelar una respuesta tranquila y medida: los jóvenes son especialmente sensibles a su entorno, y si detectan que otros a su alrededor están ansiosos, observaran su comportamiento para determinar si ellos también han de sentirse así.


Estrategias y prácticas de estudio

Partiendo del hecho de que no hay una “receta infalible” que sea eficaz para todos (ya que, más allá de procurar un entorno libre de otras distracciones, depende mucho de las diferencias individuales de cada uno), Fernández-Velilla recomienda una serie de prácticas y estrategias que pueden ser útiles para entender, interpretar y retener la información que se necesita para afrontar el examen: entre ellas, una planificación adecuada; una lectura comprensiva y reflexiva; el subrayado de las palabras más importantes del texto; esquemas y mapas conceptuales, a partir de las palabras previamente subrayadas, para delinear las ideas fundamentales; flashcards para recordar datos específicos como fórmulas, fechas o vocabulario; lluvia de ideas y ejemplificación, buscando en la medida de lo posible ejemplos que ayuden a comprender mejor lo que se estudia; y una autoevaluación continua, haciéndote preguntas similares a las que se utilizarán en el examen.

Para esta experta, uno de los obstáculos más comunes que pueden surgir a la hora de estudiar es la dificultad para concentrarse. Si esto sucede, pueden aplicarse distintas estrategias, como tomar notas, hacer esquemas o mapas conceptuales a mano, en vez de con el ordenador (lo que facilita que el cerebro retenga la información); limitar el uso del móvil a los descansos; disponer de buena iluminación, preferiblemente natural; y establecer objetivos cortos basados en acciones concretas, a fin de evitar la frustración de no alcanzar grandes metas en poco tiempo. “Y aunque la planificación es muy personal, yo no recomiendo estudiar más de seis u ocho horas diarias, distribuyéndolas entre la mañana y la tarde; descansar como poco cada dos horas y dejar para el final la parte más práctica, aquella donde no necesitemos de tanta fuerza de voluntad para mantener la atención”, recomendaba el curso pasado en este mismo medio el psicólogo Alejandro Vera.

En cuanto al ambiente de estudio, conviene evitar quedarse estudiando en la cama, “algo que podría ser perjudicial y afectar a nuestra capacidad de concentración e incluso en la calidad del sueño. Debemos usar la cama para dormir, el escritorio o la biblioteca para estudiar y otros espacios de la casa o del exterior para hacer descansos que de verdad sean efectivos y nos ayuden a recargar las pilas”, añade Elena Sánchez, también orientadora psicopedagógica en CEU San Pablo.

Es importante recordar que mantener una buena higiene de sueño impacta muy positivamente en el rendimiento académico: “Está comprobado que los alumnos que duermen más disfrutan de mejores resultados, mejor estado de ánimo y mejor salud”, explica Coleman. Los expertos recomiendan seguir una rutina regular y dormir en un lugar acogedor y cómodo, pero también hacer ejercicio diariamente (aunque sea solo para salir a caminar rápidamente, preferiblemente por la mañana); evitar el alcohol, el tabaco y las drogas; no consumir sustancias estimulantes en las ocho horas previas a acostarse y, en lo que se refiere a la nutrición, “evitar los alimentos grasos que no favorecerán la digestión y tener presente que, aunque los carbohidratos son nuestra principal fuente de energía, también aumentan los niveles de adenosina y pueden darnos sueño”, incide Vera.

El punto conflictivo viene a la hora de decidir o no estudiar con música, ya que los expertos no se llegan a poner de acuerdo. Héctor Ruiz, experto en Neurociencia y Psicología Cognitiva, señala que “en principio no es buena idea, porque la música es una distracción para el cerebro, y eso hace que tengamos que hacer un esfuerzo cognitivo por ignorarla y nos cansemos antes”. La posible excepción, apunta, es que sirva para enmascarar otros ruidos del ambiente que distraigan aún más, o porque “si uno lleva toda la vida haciéndolo, dejarlo de golpe puede costarle e incluso generar ansiedad”

 

https://ctxt.es/es/20221101/Firmas/41308/guadalupe-jover-rosa-linares-educacion-lomloe-justicia-social-curriculo.htm







¿SOCIEDAD DEL CONOCIMIENTO O SOCIEDAD DEL DESVANECIMIENTO?


Sí, tenemos que decirlo de una vez por todas:
No nacimos con el DNI digital,
ni nacimos en 1999 ( Año de la generalización masiva del uso de Internet).
Somos “viejunas” y no nos debe doler confesarlo, oriundos de una Galaxia, llamada Gutemberg, donde los libros, los apuntes, las revistas, los fanzines , las fotocopias y también la palabra oral
(Quizás con menos fuerza, ya, que la de nuestros sabios abuelos cuentacuentos) constituían los vehículos de transmisión más in para iniciarse y formarse con rigor en cualquier área enciclopédica.
Cuando deambulábamos por el planeta LIBRIS y quedábamos en la calle o en los bares para vernos y hablar después del acostumbrado timbrazo en el portal de turno, cuya consigna decodificada era: "Baja, ya estoy aquí "... ¿será que éramos por ello, y no lo recordemos, al fin y al cabo, ha pasado ya bastante tiempo, más infelices y menos divertidos?
No sé si la llamamos a gritos porque no sabíamos nada y necesitábamos buscarlo todo en Internet o porque casi no teníamos amistades y necesitábamos el "Feisbu"(Facebook), el artefacto ese que se consolidó, por cierto, a partir de una puñalada “trapera” de traición a la amistad que se dieron varios colegas universitarios en Harvard...
Yo solo sé que de repente, simplemente llegó para quedarse...
Era la palabra, el gran conjuro: TIC, una fórmula de encantamiento con el que la vida de nuestras humildes personas podía hacer a golpe de CLIC “ CRASH” ...
Y súbitamente porque querías ahorrar papel – por ecologismo militante- tu alumnado te enviaba ahora al Gmail trabajos de literatura o lingüística en cuya corrección tenías que invertir horas y horas y adentrarte para ello con varios cafés vespertinos en el “Ciberespacio” ( Ese que no tiene contador de horas de navegación por él y el que las Consejerías de Educación deberían fiscalizar más para comprobar cómo ese profesorado  al que ellas tildan de vago y maleante es capaz de pasarse tiempo infinito sin remunerar haciendo blogs, videoblogs, edublogs o buscando fotos y videos buenos, bonitos y baratos para ilustrar y crear sus materiales de aula entre otras mil y una posibilidades didácticas. La constancia de ese trabajo en la red es apabulladora y sobran palabras).
Como decía, ese docente tenía que preguntarle ininterrumpidamente al Oráculo de Google para verificar si su alumnado había copieteado, cortado y pegado en sus trabajos la información güevera (webera) tal cual o simplemente para reconocer de dónde habían tomado sus fuentes ellos y ellas para estar, a la última, no de sus conocimientos adquiridos con el paso de los años y sus lecturas sino de los vastísimos conocimientos del Oráculo que avanzaban cada día, cada minuto, cada segundo a un ritmo vertiginoso y que nadie era capaz de cribar. Esos conocimientos que circulaban por “anterné” que uno ponía en duda muchas veces pero cuya autoridad era muchas veces imposible de quebrar llevaban a la dispersión, a la emoción por la búsqueda y hallazgo de materiales increíbles y también, en una guerra de sentimientos encontrados, a la decepción por el tiempo invertido o por la escasa calidad del material con una buena aparente impresión estética.
Eran los tiempos de las TIC en la Educación, los nuestros.
Y en los foros escolares muchos y muchas nos planteábamos interrogantes del tipo...
1.¿Conseguiremos con las Nuevas tecnologías que nuestro alumnado aprenda más?
2.- ¿ Les parecerá más atractiva una clase o una enseñanza...?
Porque sí, el formato TIC impresiona ...No podemos negarnos a la evidencia de la fascinación que nos supone descubrir en la bola de cristal letras de canciones, reproducciones de obras de teatro, todas las autoras del mundo e intervenciones internáuticas admirables para emplear en nuestras clases pero lo gritaremos siempre : Las TIC son un formato más y la infancia es infancia desde el tiempo del ábaco. ¿Mi generación con calculadora científica estuvo más motivada para calcular y amar las matemáticas? ¿ Se leerá más con los libros digitalizados que llevemos en un e-reader? Hace seis años- y como en los inicios de toda las revoluciones que en el mundo han sido- puede que las nuevas tecnologías causasen sensación en el alumnado, les pareciesen mágicas y atrayentes al igual que a todos nosotras. Pero en mi experiencia, después de estos años, para la gran mayoría de alumnado  de secundaria ordenador y TIC son sólo sinónimos de Tuenti, Facebook, videos de Youtube y videojuegos y aunque “haberlos hailos”, sólo una minoría utiliza las TIC para buscar y crear páginas y documentos impresionantes sobre Fauna marina, gramática del quechua o consultar el diccionario de la RAE... Y un profesor con un power-point tampoco les motivará más por desplegar sus imágenes a golpe de cañón o PDI sino porque es capaz de emocionarse e incorporar en la cotidianeidad una estrategia docente vivificante con las nuevas tecnologías.
Por tanto, sin querer demonizar las TIC, soy consciente de la horizontalidad que se ha conseguido con ellas y del atrayente acceso a la información que suponen, reclamo simplemente no desvanecer con ellas : compaginarlas, conocerlas a fondo pero no, por favor, que colonicen nuestra existencia hasta el punto de "tener que morirse con el smartphone puesto".

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