Sin artimañas, se lanza a la maraña de redes este blog de lengua y literatura española... para poder refugiarnos, en tiempos de cólera, en un cuarto propio.

jueves, 23 de enero de 2020

PRETEXTO sin pretextos

1.-  Localiza el siguiente texto en el desarrollo argumental de la novela. A continuación, explica, partiendo del fragmento anterior el punto de vista y la estructura en El lector de Julio Verne, de Almudena Grandes.

2.-  Localiza el siguiente texto en el desarrollo argumental de la novela. A continuación, explica, partiendo del fragmento anterior los temas desarrollados en El lector de Julio Verne, de Almudena Grandes.

3.-   Localiza el siguiente texto en el desarrollo argumental de la novela. A continuación, explica, partiendo del fragmento anterior el espacio en El lector de Julio Verne, de Almudena Grandes. 

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TEXTO 1:  
«Tenía que aprender a pensar, a hablar, a llamar a las cosas con otros nombres. Tenía que aprender que un guardia civil llamado Antonino Pérez se había limitado a aplicar la ley de fugas a un delincuente que pretendía escapar, y que su hijo Elías se había fugado al monte después de faltarle al respeto al maestro, porque no era más que otro delincuente. Tenía que aprender que eran delincuentes las mujeres que vendían huevos de recova, delincuentes las que los compraban, y delincuentes los vecinos que cogían esparto del monte, los que hacían pleita, los que traficaban con ella sabiendo que estaba prohibido. Sólo así podría aprender después que Cencerro había sido un delincuente, aunque fuera el hombre más listo, el más fuerte, el más valiente al que había llegado a admirar en su vida un idiota como yo, y que delincuente había sido su mujer por quererle, por acostarse con él, por decir la verdad y que el hijo que estaba esperando era suyo. Delincuentes eran sus amigos, sus hermanos, sus vecinos por ampararle, delincuentes, los taberneros que fingían haber perdido los billetes con su firma cuando se los pedía la Guardia Civil…”
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TEXTO 2: 
el llano y el monte respiran a la vez el mismo aire”
 
 
TEXTO 3: 
 
Yo leía relatos de naufragios y tormentas, crónicas de monstruos y cadáveres, historias de caballeros de honor intachables y mercenarios ruines, traicioneros, memorias de hombres sabios o recluidos por sus propias culpas, para soportar la calamitosa aventura de vivir en la casa cuartel de Fuensanta de Martos en 1948. Los muertos de papel son leves, su agonía breve, su memoria corta y sus nombres ajenos. Los muertos de papel nunca dejan viudas ni huérfanos que lloren más de dos líneas, por eso me gustaban aquellos libros
 
TEXTO 4:
 
No, madre - yo también susurraba, oculto tras su cuerpo mientras me vestía-. Tengo que ir a buscarles. Si me quedo en el pueblo, será peor, mucho más peligroso. Entonces sí que me puede pasar algo, pero no te preocupes. Lo voy a arreglar todo, madre, ya lo tengo pensado. 
- Tú no pienses -y me cogió las muñecas y me las apretó fuerte-. No piensas , Nino, no hagas nada, tú...
- Que no. Que yo sé lo que tengo que hacer. Mira...- cogí La isla del Tesoro, que estaba en la mesilla, y se lo di -. Léete esto, madre, lee este libro. Así te darás cuenta de que no me va a pasar nada. Porque soy amigo de Silver el Largo. John Siver el Largo es mi amigo,  madre, y todos lo saben. 
- ¿Pero qué estás diciendo, Nino ? - y mi madre ignoró el libro que le había puesto entre las manos para mirarme como si me hubiera vuelto loco. 
- No lo entiendes porque no lo has leído. Léelo, hazme caso. En Fuensanta también tenemos un John Silver, y nadie lo sabe. Todos confían en él, pero es de los otros, de los piratas, madre, aunque no es malo. Él es bueno y cuida de mí. Se ocupará de que nadie me haga daño, los del monte no me van a tocar, madre.
 
(...)
Intenté salir sin mirar atrás, pero antes de alcanzar la puerta escuché el eco de un llanto ruidoso, los sollozos descotrolados, impúdicos de una mujer embarazada que lloraba sentada en una cama.
 
 TEXTO 5: 


(...) Desde hacía más de trece años, trabajaba en la clandestinidad sin haber tenido ni un solo tropiezo. Habían estado a punto de cogerme varias veces, pero siempre me había salvado un sexto sentido, una intuición inexplicable para todos los que no se hubieran criado en un pueblo como Fuensanta de Martos, en una época como la segunda mitad de los años cuarenta. 
Yo había abandonado el monte, pero el monte nunca me había abandonado a mí. Su memoria seguía viviendo en mi cabeza y en mis tripas, me protegía, me amparaba, afilaba mis instintos, mis reflejos, congelaba mi sangre dentro de las venas y me recordaba siempre a tiempo el número y el nombre, los rostros y los hechos de los traidores. Era el monte quien me hacía agacharme para atar un zapato cincuenta metros antes de llegar al lugar de una cita, el monte quien me convencía de que aquel tío barbudo, con pinta de estudiante progre y trenca azul, que estaba a la izquierda, miraba demasiado el reloj para no ser policía...
 
 
TEXTO 6: 
 
«Sanchís, el sargento que se quedaría como jefe de puesto cuando Michelín se
volviera a Málaga y que no me caía nada bien, porque era un atravesado que
disfrutaba amenazando a la gente con la impunidad que le garantizaba su pasado de
héroe de guerra, también se había criado en una casa cuartel»
 
TEXTO 7:
 
«Yo vivía con ellos, era uno más en el cuartel, y les había oído hablar muchas
veces, repetirse los unos a los otros los mismos consejos, las mismas frases que
circulaban de boca en boca sin desgastarse jamás, no tengas remordimientos, no hay
que tener remordimientos, nosotros no tenemos la culpa, la culpa es suya, son ellos
los que están fuera de la ley, pero seguían vomitando, y agachando la cabeza, y
cagándose encima, y es que esto no se puede tolerar, a ver, si no fuéramos nosotros,
serían otros, qué le vamos a hacer, ¿quiénes son los que dan las órdenes?»
 
 
 
  TEXTO 6: CERNUDA


Desolación de la quimera (1956-1962) por Raquel Serur (UNAM):

La imagen de España en la poesía de Cernuda es la imagen de una España terrible. Esta visión ya se anuncia antes del exilio cuando, en 1933, en la revista que fundó Rafael Alberti, Octubre: escritores y artistas revolucionarios, escribe: “Esta sociedad chupa, agosta, destruye las energías jóvenes que ahora surgen a la luz. Debe dársele muerte; debe destruírsela antes de que ella destruya tales energías y, con ellas, la vida misma. Confío para esto en una revolución que el comunismo inspire. La vida se salvará así”.
Para el final de su vida, la España franquista, la España que destruyó a su juventud, a su posibilidad de ser, es descrita por Cernuda de esta manera:

"Así ocurre en tu tierra, la tierra de los muertos,
Adonde ahora todo nace muerto,
Vive muerto y muere muerto; todos mudos,
Desolados del desorden endémico
Que el temor, sin domarlo, así doblega".

Desde mi perspectiva, la preocupación vital de Cernuda se bifurca. Se dirige por un lado a “su” España como patria imposible y, por otro, a su intimidad de poeta. Se centra en el hombre íntegro que reivindica la homosexualidad para la sociedad liberada y se acerca a la vida con dolor pero sin reticencias, pero también en la vocación poética, como un don que le permite explorar, desde un ángulo propio, las cosas que la vida ofrece a todo el que es capaz de leer la música que hay en ella, de atender a su poesía espontánea, de recomponer el colorido de sus imágenes. Desolación de la quimera es el libro de un español que casi reniega de serlo. De un español a regañadientes que, en el exilio, sólo reconoce un vínculo permanente con España, el que lo ata a su lengua y a la historia de la literatura producida con ella.

"La real para ti no es esa España obscena y deprimente
En la que regentea hoy la canalla
Sino esta España viva y siempre noble
Que Galdós en sus libros ha creado.
De aquélla nos consuela y cura ésta".

Cernuda:
 “Mi resentimiento del conformismo me hacía difícil, a veces, hablar con algunos de mis conocidos; entonces comencé a advertir el fondo burgués de varios de los poetas de mi generación: de Salinas, de Guillén, del mismo Aleixandre”. Para Cernuda, los valores burgueses eran incompatibles con las necesidades de la poesía. El matrimonio, el hogar, los hijos, la domesticidad, lo hacen experimentar un sentimiento que está más cercano a la repulsión que a la nostalgia.
 
 
MAESTROS DE MI REPÚBLICA: 
 
 
 
 


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