DÉCIMAS de GÓNGORA:
¡Oh montañas de Galicia
cuya (por decir verdad)
espesura es suciedad,
cuya maleza es malicia!,
tal, que ninguno codicia besar estrellas,
pudiendo, antes os quedáis
haciendo desiguales horizontes;
al fin, gallegos y montes,
nadie dirá que os ofendo.
SONETO de GÓNGORA
(A Galicia)
Pálido sol en cielo encapotado
mozas rollizas de anchos culiseos
tetas de vacas, piernas de correos,
suelo menos barrido que regado;
campo todo de tojos matizado,
berzas gigantes, nabos filisteos,
gallegos del Cairo, búcaros pigmeos,
traje tosco y estilo mal limado;
cuestas que llegan a la ardiente esfera,
pan de Guinea, techos sahumados,
candelas de resina con tericia;
papas de mijo en concas de madera,
cuevas profundas, ásperos collados,
es lo que llaman reino de Galicia Góngora critica y se burla sin piedad de las tierras y de las gentes de Galicia.¿ De todas? No, si tenemos en cuenta el soneto que dedicó al conde de Lemos cuando fue a visitarle a su castillo de Monforte.
"El tipo del gallego ha sido uno de los tópicos satíricos de la literatura española más llevados y abusivamente traídos" M. Herrero-García se refiere a que el antigalleguismo en nuestra edad dorada era general, y los gallegos que aparecen en la literatura son siempre lacayos, criados, mozas de mesón y gentuza por el estilo. Los gallegos y gallegas son identificados y confundidos con personas ruines; de ahí que aquellos géneros literarios en los que la realidad social se manifiesta por la presencia de personajes de condición social baja y apicarada, ofrezcan una nómina nada despreciable de gallegos. Es el caso, por ejemplo, de los entremeses, jácaras o mojigangas, piezas de teatro breve en las que se satirizan y deforman los vicios de los tipos más ridículos de la sociedad.
Cfr.- Títulos, algunos de ellos perdidos, inéditos o falsamente atribuidos, como Gallegas, Gallega y los mandados, Gallego silletero, Gallego toreador, Gallego y las lechugas, Embajada de gallego, Disputa del Gallego y el Vizcaíno, Valiente y el Gallego, Pleito del Gallego...
A buen seguro, el fugaz argumento de estas obras radica en la crítica o la burla del gallego que, por otra parte, encontramos en entremeses más conocidos como La puente segoviana de Quiñones de Benavente, El figonero de J. B. Diamante o Los casamientos de Suárez de D.
Además de esto, muchos personajes del mundo picaresco suelen proceder de tierras gallegas. Desde Estebanillo González, natural de Salvatierra de Miño,hasta la hija de Celestina, cuyo padre, Alonso Rodríguez, era "gallego en la sangre y en el oficio gallego o Teresa de Manzanares, cuya madre, Catuja, en castellano Catalina, era oriunda de Cacabelos, sin olvidarnos de la descendencia de la pícara Justina, así como de una larga nómina de criados y lacayos nacidos en el teatro y representados en las tablas... La literatura realista y satíricamente crítica ayudó a difundir la marginada condición social de estos personajes.
La mujer gallega merece, a su vez, un capítulo aparte.
Su descripción física sorprende por la desorbitada dimensión de sus miembros y facciones. En ningún caso se oculta la fealdad de su rostro capaz de competir con el de cualquier varón barbudo.
Fuente: Galicia y los gallegos en la literatura española
del Siglo de Oro.
Miguel Ángel Teijeiro Fuentes ( Universidad de Extremadura)