(Artículo de opinión para aplicar en diferentes casos de actualidad: Ley de seguridad pública, privada, doctrina Parot, corrupción...)
1.- Resume el texto, extrae el tema y la tesis que se plantea y selecciona los argumentos que ofrece el autor.
Hablar de la justicia es hablar de uno de los pilares básicos del Estado de derecho. Sin embargo, en nuestra realidad, hablar de justicia es hablar de insatisfacción popular. La percepción que tiene la gente es que la justicia real presenta graves carencias.
En efecto, el ciudadano medio cree que la justicia es lenta, lo que la convierte en una solución ineficaz en muchos casos. Si la resolución llega con retraso, muchas veces ya no sirve, porque las circunstancias de los litigantes han cambiado, a veces demasiado; por ejemplo, ¿qué resuelve decidir sobre la tutela de un menor, si la sentencia llega cuando ya es mayor?
También existe el convencimiento de que la justicia es complicada. El hecho de que el ciudadano exista prácticamente como un ente pasivo, que toda manifestación de su existencia se deba sustanciar a través de abogados, procuradores y otros gestores e intermediarios, hace que los dispensadores de la justicia se perciban como seres distantes e inasequibles.
Si se añade la existencia de un entramado organizativo complejo, jueces, secretarios, magistrados, salas, juzgados, tribunales, instancias, audiencias… especialmente, para los ciudadanos comunes, la realidad se vuelve laberíntica.
Además se percibe que, con frecuencia, la justicia es injusta. Ello no sólo ocurre porque sus sentencias muchas veces no gusten a los implicados, especialmente a los desfavorecidos en las resoluciones, sino porque las sentencias dependen de los profesionales que intervienen, del desarrollo de los procesos, de la dilación de los mismos, de los recursos, de las pruebas, de las defensas… lo que acaba llevando a la conclusión de que quien puede disponer de buenos abogados acaba llevándose el gato al agua.
Pero esos factores acabados de citar hacen que la justicia sea percibida como una prestación muy cara. En efecto, no basta con tener razón, ni haber actuado con un criterio honrado, un criterio justo. En caso de litigio, además debe contarse con recursos económicos para afrontar la del tiempo y los gastos derivados de su complejidad. Es un mal asunto que en bastantes ocasiones, para los poderosos, resulte más rentable afrontar un proceso por incumplimiento de la ley que cumplirla en sus estrictos términos.
Hace poco oíamos la afirmación de un ilustre político levantino, implicado en numerosos casos de corrupción, que el caso se había sobreseído poragotamiento temporal, por lo que había prescrito, lo que equivalía a una absolución. El cinismo no podía ser más ofensivo para el sentido común, ni más cruel, y muy especialmente, para los perjudicados.
Es obvio que algo no funciona. Si, como decíamos, la justicia es uno de los pilares del Estado de derecho, y este pilar se percibe como lento, complicado, injusto y muy caro podemos repetir aquello de “Houston, tenemos un problema”.Tenemos un problema con nuestro Estado.
Olegario Ortega, La voz de Barcelona.com
OPINIÓN
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